Cuento: “Caravana”
- isaac contreras
- 31 mar 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 25 jul 2023

Los niños reunidos gritaron emocionados señalando al horizonte…
En aquel pequeño pueblo cada año llegaba una caravana de payasos para ofrecer su espectáculo, los habitantes esperaban con ansias sus nuevas sorpresas, eran conocidos por su alegría y habilidades circenses.
La gente reunida a ambos lados de la calle principal para que la caravana pasara y los niños observaran asombrados y alegres toda aquella procesión, una tradición que se repetía generación tras generación…
Una noche, mientras los payasos se preparaban para su siguiente presentación, un extraño visitante llegó a su carpa. Era un hombre delgado, con extremidades largas, con una sonrisa siniestra y un aire misterioso.
Los payasos, siendo amables anfitriones, lo invitaron a quedarse y ver su espectáculo.
Aquel extraño sujeto sonrió, entró a la carpa, subió los pequeños peldaños y eligió un lugar al fondo, donde las luces de los seguidores no llegaban, en medio de la oscuridad, sus ojos intensos brillaron por un instante…
La gente llegaba para llenar el lugar una vez más.
A medida que avanzaba la función, todo el público reía de las ocurrencias y los actos circenses que realizaban los payasos, pero algo no estaba bien con aquel hombre, pensaban los payasos al verlo en las gradas, su risa se hacía más y más estridente y sus ojos se ensombrecían cada vez más…
El payaso más viejo anunció con bombo y platillo un nuevo acto, la gente sorprendida al escuchar aquellas palabras, aquel ser misterioso aplaudió emocionado, la carpa se llenó del estruendo del golpe de sus manos.
Las manos del payaso más joven temblaban mientras sostenía el monociclo, agitó su cabeza un par de veces para despabilarse los nervios o el miedo que le producía aquel extraño ser, no lo sabía con exactitud.
Inició el acto, el payaso pedaleaba encima del monociclo cada vez más rápido mientras estiraba los brazos al costado buscando el centro de gravedad, daba vueltas por la pista para encontrar el ritmo, cerca del escenario los demás payaso fueron apareciendo animando al público a que aplaudieran.
Una gran conexión comenzaba entre el público y los payasos, la fiesta final comenzaba en aquella carpa…
Uno a uno los payasos tomaban un objeto y subían escalando sobre los hombros del anterior payaso sin detener el monociclo, todo al ritmo de la música de manera espectacular, entre aplausos de la gente y gritos de júbilo alentaban a una torre de 5 payasos sobre un monociclo sobre la pista dando círculos.
Apareció de repente el payaso más viejo con objetos filosos, la gente atónita, empezó a malabarearlos, caminó sin observar el monociclo se puso al centro de la pista, cada vez lanzaba más alto los objetos a un ritmo increíble de coordinación, la torre de payasos giraba alrededor de él e interactuaban con más objetos entre los 6 payasos.
La gente se entregaba emocionada al nuevo acto, entre aplausos, y gritos alentadores de chicos y grandes el payaso más viejo observa al público, observa a los otros en la torre móvil para darles la señal de terminar el acto, de pronto siente una mirada fija a él, del fondo de la carpa el misterioso hombre de pie, sus ojos desorbitados de emoción acompañado de una risa al rojo vivo flotando en medio de la oscuridad.
Asustado el payaso retrocede un par de pasos, la torre de payasos grita y él del monociclo trata de esquivarlo pero ya es muy tarde, no lo consigue, los objetos que malabarean se pierden en el aire, cayendo al suelo, el fuerte eco de los objetos retumba en la carpa.
Sin control los pies del payaso en el monociclo se atoran, los gritos de la gente desatan el caos al ver que los payasos pierden el control y van cayendo en el aire, el payaso más viejo se cubre la cabeza y cierra los ojos esperando lo peor…
Poco a poco abre los ojos, incrédulo observa a su alrededor, hay un silencio sepulcral en toda la carpa, los ojos incrédulos de los espectadores, los payasos han desaparecido.
La gente atónita por un segundo, sin comprender nada, solo, en medio de la pista esta el payaso más viejo, de pronto un niño grita emocionado y despierta el júbilo de las gradas al unísono , aplausos y chiflidos de celebración al creer que es parte del acto del payaso.
El payaso aterrado no comprende la situación, busca a sus demás compañeros detrás del portón que da a los camerinos, mientras continua actuando como payaso, sabe que esto está mal, que algo terrible a ocurrido aquí, entre reverencias busca en cada rincón, observa al público, y posa su mirada en el hombre misterioso que se ha vuelto a sentar, el payaso queda paralizado por aquella sonrisa, y esos ojos brillantes, de la oscuridad sale una mano larga, pálida, gira su muñeca lentamente y estira su dedo indice señalando con un movimiento elegante hacia arriba, hipnotizado por el movimiento el payaso de los malabares sigue aquella indicación, observa hacia arriba de la carpa, mira la oscuridad, parte de las luces giratorias que dan al techo para generar ambiente y el punto más alto donde todo se une, encandilado por las luces empieza a distinguir algo, pequeñas sombras se mueves sobre los destellos de la luz, aterrado el payaso comprende lo que viene acercándose.
Mientras tanto, el extraño visitante seguía riendo, sus risas parecían provenir de todas partes a la vez. El payaso más viejo sabía que algo malvado estaba sucediendo ahí.
Del techo de la carpa empieza a caer las cabezas de los payasos, el payaso más viejo empieza a malabarear las cabezas cortadas, destilando sangre en el piso y sus manos, en su traje y cara, manchando a los de la primera fila, pide ayuda al público al no poder dejar de malabarear las cabezas de sus compañeros, el hombre ríe más fuerte y aplaude, sus aplausos suenan a truenos, y una torrencial lluvia de sangre cae al interior de la carpa, todo el público y el payaso de los malabares se baña de la sangre de los payasos.
Por la puerta principal de aquella carpa de circo un río de sangre corre a gran velocidad, arrastrados por la corriente, las manos pequeñas de los niños que señalaron aquella caravana hace días, ahora flotan, los rostros de la gente del pueblo llenos de terror se hunden en aquella marea rojiza y una risa de un hombre feliz se escucha al interior de la carpa.
Cuento: “Caravana”
Escrito por: Isaac Contreras
Laberinko ®
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