top of page
  • Instagram
  • Facebook
  • Twitter

Cuento: "El color del destino” por Isaac Contreras





En la antigua isla de Thalíndor, la vida de los enamorados estaba marcada por una tradición que se extendía desde los días de los dioses olvidados.


En la remota isla (perdida ya en los mapas actuales, donde el tiempo y las leyendas se entrelazaban en una danza eterna), se alzaba un pequeño poblado rodeado por frondosos bosques y custodiado por acantilados escarpados.


La tradición, dictaba que todas las parejas que decidieran unir sus vidas lo harían en una ceremonia única que coincidiría con el segundo día del año. Las bodas no eran simplemente eventos individuales, sino rituales colectivos que enlazaban destinos en un lienzo común de misterio y superstición, para el pueblo. 


La ceremonia se desarrollaba entre susurros de hojas y el eco de antiguos cantos al atardecer, la noche se llenaba de alegría, baile e historias que pasaban de generación en generación frente al fuego. Las parejas, entrelazadas en juramentos de amor eterno, se unían en un ritual mágico. 


Pero la ceremonia no concluía al anochecer, se desplegaba hasta el amanecer del tercer día… 


Las parejas avanzaban hacia su destino por separado… Las mujeres acompañadas solo por la melodía susurrante de las aguas y con los primeros rayos del sol naciente, creando  sombras de los frondosos bosques que las rodeaban hacia aquel misterioso rio llamado Anfóreo, un río que serpenteaba la isla como un hilo de vida tejido por las diosas.

Por otro lado, los hombres, con rostros anhelantes y miradas expectantes, caminaban cuesta arriba y se quedaban frente al imponente acantilado llamado Ananké que custodiaba el poblado.


Las aguas cristalinas del Anfóreo recibían a las mujeres envueltas en vestidos blancos con la promesa de revelar su futuro, avanzaban en las aguas hasta sumergirse completamente, confidentes de secretos insondables del tiempo y la vida, las aguas marcaban como lienzo  su ropaje.


Mientras los hombres se apostaban en silencio frente al acantilado, bajo el caluroso sol y el gran mar que los protegía. Allí, entre el calcinante dia y el rumor de las olas, observaban con miradas ansiosas el desenlace de la tradición y el inicio de su nueva vida dictada por los dioses.


La tragedia se insinuaba en la isla cuando, las mujeres salían de las aguas del rio y miraban el color de su vestimenta que había cambiado.


La leyenda hablaba de un augurio sombrío: si el vestido adquiría la oscura tonalidad de la medianoche, un destino trágico aguardaba a la recién pareja.


Mientras las mujeres enfrentaban el río, los hombres, en su atalaya de desesperanza, contemplaban la vastedad con miradas ansiosas. Algunos, incapaces de soportar la verdad de su destino, preferían lanzarse al abismo del acantilado, entregándose al susurro eterno de las olas.


Los gritos alegres de mujeres que su vestido no había cambiado de color eran los primeros en escucharse, corrían montaña arriba en busca de sus amados, entre los arboles el nombre del amado era escuchado y emocionado y sin el peso del destino el hombre corría hacia su mujer.


Algunas mujeres con paso lento al ver que su vestido había tornado un poco el color preocupada pero no asustada caminaban pensantes, su voz no era tan fuerte y llegaba hasta la cima con esfuerzo, cuando su hombre miraba el color que había tomado el vestido de su amada, abrigados del miedo se alejaban de ella y por error caían al precipicio o se lanzaban con ímpetu. 


Sin embargo, entre las sombras de la desdicha, surgía una esperanza inesperada. Aquellas parejas que se reencontraban tras la revelación de los destinos, caminaban juntas hacia un futuro incierto pero compartido, para conocer lo escrito.


Al final del tercer día, algunas mujeres, al ver la transformación de sus vestidos, no regresaban a sus amados, y vagaban por el bosque o se lanzaban al rio atraídas por la corriente. 


La negrura en la tela parecía contener el peso de un destino que las ahogaba en la maraña del río Anfóreo.


Pero no todos aceptaban el color de su destino con resignación.


La leyenda cuenta que existió una mujer que se negó al destino de ella y de su amado.  Y cada mañana, regresó al río, en los primeros rayos del sol, con piedras extrañas y brillantes que su hombre  buscaba escarbando en las peligrosas colinas, con manos valientes y deseos anhelantes, la pareja  tallaba el vestido con aquellas piedras extrañas en las aguas para cambiar las hebras del destino que el Anfóreo les había otorgado. 


La leyenda perduró en la isla de Thalíndor hasta su olvido, donde las aguas del río se convertían en espejos de futuros oscuros y los acantilados en testigos mudos de elecciones desesperadas.


Cuento: “El color del destino”

Escrito por: Isaac Contreras

Laberinko ®



Portadas Variantes: 



 
 
 

2 Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating
Guest
Feb 06, 2024
Rated 5 out of 5 stars.

👍

Like

Guest
Jan 05, 2024
Rated 5 out of 5 stars.

😱

Like

© 2022 Creado por Yzak. Powered and secured by Wix

bottom of page