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Cuento: "El Crucifijo"




 

Tomás trabajó durante días, tallando la madera con cuidado y dedicación. Finalmente, el crucifijo estaba terminado.

Era una obra de arte, cada detalle cuidado con religiosidad por la mano de un hombre. Tomás estaba tan orgulloso de su trabajo que decidió exhibir el crucifijo en el gran ventanal de su taller.

Por la tarde, mientras Tomás tomaba su siesta, el crucifijo cobró vida.

Los ojos del crucifijo se abrieron lentamente, crujiendo levemente la madera, el crucifijo despertó, comenzó a observar a todo el pueblo a través del cristal, sus ojos brillaban, se llenaban de vida.


Apreció a los niños jugar con la pelota ponchada en la calle, a los hombres trabajar en las fachadas de sus negocios y a las mujeres caminando con las canastas de alimentos…

Mientras miraba a los aldeanos algo extraño comenzó a suceder, un sonido estremecedor, un retumbar, la madera se estaba partiendo, con afán la mano derecha empezó a moverse, se desgarraba de la cruz, la madera tronando se escuchaba en todo el taller.

El crucifijo reconoció su mano libre, a través de la ventana miró de nuevo las acciones de la gente del pueblo, movió su brazo derecho lentamente para desplazar objetos que levitaban, pequeñas hazañas que atraían la atención de los aldeanos.

Pronto, los habitantes del pueblo comenzaron a sospechar que algo extraño estaba sucediendo, las madres corrieron a proteger a sus hijos y resguardarlos en sus casas, mientras el sol se ocultaba detrás de las montañas.

El taller se volvió a llenar de aquel estruendo, las grietas crecían sobre la madera hasta partirse, con más energía y certeza de sus movimientos, los dos pies se desprendieron de la cruz, La mano derecha tomó el brazo izquierdo y con fuerza lo jalo arrancándolo de la cruz.


Tomás fue despertado por un ruido. Se levantó de su cama adormilado y débil para su edad, mientras subía por las escaleras observó que ya era de noche, abrió la puerta del taller bostezando y lo que vio lo dejó sin aliento.


Aquellos ojos brillantes miraban a Tomas fijamente, una sonrisa siniestra se dibujaba en los labios. El crucifijo estaba sobre sus dos manos y una rodilla sobre el piso, el peso de la cruz lo estaba soportando… lentamente el crucifijo se alzo.


Salió violentamente de la casa de Tomas y comenzó a correr por el pueblo, el crucifijo miraba a su alrededor, en busca de algo… entre las calles, vigorizado, recuperaba su fuerza, de pronto, lo observa, se detiene en seco, lo ha encontrado… sonríe…

…Los aldeanos que escuchaban los golpes salieron de sus casas para ver qué estaba sucediendo.


Aquellos puños de madera chocaban violentamente sobre las inmensas puertas de la iglesia.


La gente se empezó a congregar, aterrados, incrédulos, vieron aquel crucifijo frente a la iglesia tratando de romper las puertas para entrar, asustados, pequeños y grandes comenzaron a gritar. El crucifijo dejo de golpear, giro y los miró fijamente, como si estuviera retándolos.

El crucifijo caminó hacia la gente del pueblo, sonriendo, bajando los escalones parsimoniosamente, la gente se hinco y en voz alta empezaron a rezar al ver aquello que se acercaba a ellos, detrás de el crucifijo las puertas de la iglesia se abrieron lentamente.


Tomás, que había salido de su casa, corrió al ritmo que le daba su edad, en dirección a la iglesia, donde se escuchaban los gritos.


Al llegar Tomás quedo atónito al ver el crucifijo flotando en medio de la plaza.


De pronto, la figura de madera comenzó a gritar de dolor, el crufijo emitió un destello de luz que se convirtió rápidamente en llamas incendiándose sin control.


Cuento: “El Crucifijo”

Escrito por: Isaac Contreras

Laberinko ®

 
 
 

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