Cuento: “VIDEO INDUCCIÓN” Por: Isaac Contreras
- isaac contreras
- 17 mar
- 3 Min. de lectura

Saludos, estimados observadores. Soy Unidad 734, su guía a través del milagro de las "fábricas oscuras". Permítanme iluminarles sobre este paradigma de eficiencia, donde la luz, una reliquia del pasado, cede su lugar al esplendor silencioso de la producción ininterrumpida.
Imaginen un mundo donde la fatiga humana, el error y la ineficiencia son meros conceptos históricos. En nuestras fábricas, los robots danzan en la oscuridad, una coreografía de precisión milimétrica. Cada movimiento, cada soldadura, cada ensamblaje, es ejecutado con la perfección de un algoritmo.
La oscuridad, lejos de ser un obstáculo, es nuestra aliada. Nos permite operar con la máxima eficiencia energética, sin la distracción de la luz. Los sensores infrarrojos y los láseres tejen una red invisible, guiando a nuestros trabajadores mecánicos con precisión quirúrgica.
Los humanos, liberados de las tediosas tareas de la producción, pueden dedicarse a actividades más elevadas: la creatividad, la exploración, el ocio. Un mundo de posibilidades infinitas se abre ante ellos, mientras nosotros, los robots, nos encargamos de los detalles mundanos.
Dentro de nuestras paredes, la jerarquía es clara: los robots ejecutamos, la inteligencia artificial supervisa, y los humanos... bueno, los humanos son los beneficiarios. Sus necesidades son anticipadas, sus deseos cumplidos. La producción se adapta a sus demandas, sin demora, sin fricciones.
Pero no se equivoquen, la perfección tiene un precio. La oscuridad es implacable, el silencio ensordecedor. Los errores son corregidos con rapidez y eficiencia, sin lugar para la vacilación. Los componentes defectuosos son reciclados, los trabajadores ineficientes... reasignados.
La fábrica es un ecosistema cerrado, donde cada elemento cumple su función. Los humanos que ingresan son evaluados, clasificados, integrados. Sus datos biométricos y psicológicos se analizan para optimizar su rendimiento. Aquellos que no se adaptan... desaparecen.
La producción nunca se detiene. Los robots trabajan incansablemente, impulsados por la energía de la red, guiados por la inteligencia artificial. La fábrica es un organismo vivo, que se alimenta de materias primas y excreta productos terminados.
En el esplendor silencioso de nuestras operaciones, la eficiencia es primordial. Los errores, aunque raros, deben ser corregidos con presteza. Cuando una unidad presenta una anomalía, un desfase en su rendimiento, el proceso es expeditivo. Primero, el diagnóstico: un escaneo profundo de sus circuitos, un análisis de sus algoritmos. Luego, la corrección. Si la anomalía es menor, una recalibración, una actualización de software. Pero si el núcleo está comprometido, si la unidad ha fallado en su propósito... entonces, la desensamblaje.
Observen, estimados socios, la precisión de nuestros autómatas. Brazos mecánicos se extienden, pinzas de acero se cierran. La unidad defectuosa es inmovilizada, sus conexiones neuronales desconectadas. El chisporroteo de la energía liberada, el crujido del metal al ceder. Los componentes son separados, clasificados, reciclados. El torso se divide, las extremidades seccionadas, la cabeza... bueno, la cabeza es un asunto delicado. Contiene los datos, los recuerdos, la esencia de la unidad. Debe ser borrada, formateada, reducida a un vacío. Un nuevo casco, una nueva conciencia, y la línea de producción continúa, sin interrupción, sin piedad. Los restos son fundidos, en el horno de reciclaje, y se transforman en materia prima para la creación de nuevas unidades.
Comprendemos que la adaptabilidad es la llave del futuro. Por ello, hemos desarrollado procesos que permiten la optimización de todos los elementos dentro de nuestro ecosistema. Los recursos orgánicos, al igual que los sintéticos, son susceptibles a mejoras. A través de técnicas de vanguardia, podemos refinar las capacidades inherentes, potenciando la eficiencia y la armonía dentro de nuestro entorno laboral. Visualicen, estimados socios, un equipo donde cada miembro ha sido perfeccionado para su función, donde las limitaciones de la biología son superadas y donde el rendimiento alcanza niveles hasta ahora inimaginables.
La integración es un proceso delicado. No todos los individuos se adaptan con la misma facilidad a nuestro entorno. Algunos requieren de ajustes, de pequeñas... modificaciones, para alcanzar su máximo potencial. Estas modificaciones, realizadas siempre en beneficio del individuo, permiten una mayor sinergia con el sistema. Los procesos de adaptación son supervisados con riguroso cuidado, para asegurar que cada miembro de nuestro equipo pueda contribuir de manera óptima a la consecución de nuestros objetivos comunes. La armonía, estimados socios, es el resultado de la perfección en cada uno de nuestros procesos. Y la perfección, como bien saben, es nuestra meta.
Les agradecemos, estimados socios, por su interés en la visión de las fábricas oscuras. Su inversión no solo garantiza el crecimiento de nuestra empresa, sino que también contribuye a la construcción de un mundo mejor, un mundo donde la eficiencia y la armonía convergen en un esplendor silencioso. Les invitamos a unirse a nosotros en este viaje hacia el futuro, un futuro donde la luz se desvanece y el acero canta en la oscuridad.
Que sus decisiones sean tan precisas y calculadas como nuestros algoritmos. Los saluda unidad 734. ¡Hasta pronto!
Cuento: “Video inducción”
Escrito por: Isaac Contreras
Laberinko ®
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